El encargado de dar comienzo a nuestro evento con motivo del Día Internacional de la Lengua Materna fue Jorge Pueyo, divulgador de aragonés en redes sociales y presentador de A Escampar la Boira, un programa de Aragón Televisión. A pesar de que se tiene conciencia del aragonés por lo menos desde la Edad Media, es un idioma que está en peligro de extinción. Esto se debe, entre otros, a que históricamente se impuso el castellano por ley.
Otra de las razones por las que cada vez se habla menos el aragonés –que no fabla, ojo, porque esto último significa simplemente «habla»– es porque no se pasa de padres a hijos como sí se hacía antes. Quizá se considera que es más útil hablar castellano o quizá se quiere alejar a las nuevas generaciones de una estigmatización, pero lo cierto es que esta práctica se ha perdido, con la pérdida de valor que eso supone para el aragonés y para la sociedad en general. Pueyo explicaba que a él le resulta muy fácil expresarse en aragonés, que al fin y al cabo es su lengua materna. Sin embargo, cuando quiere hablar de temas más especializados se le hace un poco cuesta arriba, porque es una lengua que usa con su abuela y sus padres, pero no es un idioma en el que haya estudiado economía o derecho, por ejemplo.
Además, Pueyo comentaba que actualmente el aragonés se utiliza para hacer política, por lo que todo se vuelve más complicado todavía. No obstante, defiende que las lenguas deberían ser transversales. No importa cuál sea la ideología política, una lengua es un patrimonio vivo y, como tal, tiene un valor incalculable para la sociedad.
Nos relataba también anécdotas como nativo del aragonés. Por una parte, narraba desencuentros con profesores o compañeros que consideraban que hablar aragonés lo hacía más inculto que el resto. Por otra parte, rememoraba con cariño cómo la lengua le hace sentirse en casa cada vez que va a Menorca, por ejemplo, por las similitudes entre ambas lenguas. Según nos contaba, para e´l, ell vínculo que se forja al hablar una lengua parecida es inexplicable.
Sin embargo, él es la prueba viviente de que hablar idiomas es un extra. Para empezar, gracias a hablar aragonés, se le hizo muy fácil aprender francés, ¡la estructura de las oraciones negativas es prácticamente igual! Además, Pueyo empezó haciendo noticiarios en aragonés durante la pandemia y ahora es el presentador de un programa en la televisión autonómica.
En los últimos años, Aragón ha vivido un repunte en el refuerzo de esta lengua. Se han instalado carteles bilingües en zonas de Huesca, se ha creado la Academia Aragonesa de la Lengua, también se graba cada vez más música en aragonés. Asimismo, cada vez son más los municipios en los que se enseña esta lengua dentro de la enseñanza pública reglada, aunque se encuentran todos en la provincia de Huesca.
Pueyo terminaba abogando por la oficialidad y el reconocimiento del aragonés, de manera que recuperemos un patrimonio de todos y que cualquier ciudadano tenga derecho a ser atendido en aragonés en sanidad, justicia, educación o incluso yendo a comprar al supermercado.
Nuestro segundo invitado, Ebardo Fernández, es traductor de aragonés y asesor de Responsabilidad Social Corporativa. Defiende que muchas cosas podrían traducirse al aragonés, como paquetes de cereales, libros o manuales, y también explica que el aragonés podría estar mucho más presente. Por ejemplo, a principios de marzo se inauguró Mobility City; así, en inglés. Se preguntaba por qué no se aprovechó la ocasión para tenerlo también en español y en aragonés.
Por otro lado, Fernández complementó la retrospectiva histórica previa de Pueyo y subrayó la importancia que puede tener para las empresas todo aquello relativo a la RSC. Es un tema que está de moda en el mundo empresarial y son muchas las entidades que podrían apostar por el aragonés para devolver a la sociedad parte de lo que esta les ha dado.
La presidenta de ASATI, María Pilar Cardos, aprovechó para hacer hincapié en que para preservar el aragonés, darle valor, difundirlo, etc., los profesionales de la traducción somos más que necesarios. Además, su intervención revindicó la necesidad de garantizar interpretaciones de calidad a todos aquellos que no pueden valerse en el idioma del país en el que estén, puesto que tienen derecho a entender y ser entendidos y a acceder a los mismos servicios que un ciudadano que sí conozca la lengua. Se valía del ejemplo de los juicios, por ejemplo, puesto que determinan el futuro de las personas, pero la mayoría de las veces la interpretación con la que cuentan no es llevaba a cabo por un profesional. Esto supone que los testimonios en la lengua del país (las partes interpretadas) no siempre sean del todo fieles, con el peso que pueden tener en el veredicto, y que ellos se sientan desamparados si no acaban de entender bien lo que están comunicando los abogados o el juez. Por ello, Cardos aboga por la profesionalización de la profesión y por la necesidad de reivindicar estos derechos en favor de todos aquellos que vayan a disfrutarlos.