Interpretación de conferencias vs. la lengua de signos: similitudes y diferencias
Empezamos nuestra celebración del Día de la Interpretación de Conferencias con una mesa redonda moderada por Guillermo Pinilla, vicepresidente de ASATI, con Lídia Fos, intérprete de lengua de signos autónoma, y con Marisol Osta, coordinadora del departamento de intérpretes de ASZA la Agrupación de Personas Sordas en Aragón. Así, pudimos descubrir las similitudes y diferencias tanto entre los intérpretes en lenguas orales y en en lenguas de signos, como entre los profesionales de lengua de signos autónomos y aquellos que trabajan en plantilla.
Este evento también sirvió para echar abajo ciertos mitos. El primero de ellos, al contrario de lo que el nombre de la mesa parecía implicar, es que dentro de la interpretación de lengua de signos también hay categorías. Los intérpretes en lenguas de signos no solo interpretan conferencias, sino que también están presentes en ámbitos como el educativo, el judicial o el sanitario.
Este desconocimiento social sobre la interpretación en lengua de signos tiene muchas consecuencias. Ambas intérpretes destacaban que siempre tienen que preguntar en qué va a consistir el evento de los clientes para poder indicarles ellas qué necesitan o cómo se puede llevar a cabo, porque ellos no lo tienen claro. Lídia Fos, por ejemplo, nos hacía saber que sus presupuestos tienen unas 7 hojas, en las que explica qué necesita y qué ofrece. De esta manera, el cliente queda informado y sabe qué hacer y qué esperar. Ambas coincidían en que muchas veces les ofrecían un micro, cuando ellas generalmente interpretan desde una lengua oral a la de signos, y que tienen que explicar que tienen que estar bien iluminadas y cerca de los usuarios sordos. A ellas se les tiene que ver, no se les tiene que escuchar.
Además, estos intérpretes suelen ser percibidos como los hermanos pequeños de los de las lenguas orales, cuando su trabajo es el mismo: trasladar un mensaje de un idioma a otro. Esta impresión se percibe en aspectos como las condiciones de trabajo, que van más allá de las tarifas. Por ejemplo, los intérpretes en lenguas orales suelen incluir un recargo por derechos de imagen si el discurso que van a interpretar va a grabarse o distribuirse, puesto que se trata de su voz y de su traducción. Así como Lídia, gracias a su contacto con intérpretes en lenguas orales, sí lo añade a sus presupuestos porque sabía que puede hacerse, desde ASZA ni siquiera se tenía constancia. Esta diferencia de condiciones, por ejemplo, es especialmente significativa puesto que los intérpretes de lengua de signos siempre están visibles para los interlocutores, lo que, dicho sea de paso, añade una carga emocional y física a su trabajo.
Para hacer frente a esta carga física, estos profesionales hacen ejercicios como estiramientos antes y después de interpretar. También tienen una postura muy cuidada y una gran relación con fisioterapeutas por lo que supone permanecer tanto tiempo de pie.
Eso sí, hay muchos asuntos en común con los intérpretes en lenguas orales. Por ejemplo, no suelen recibir documentación previa del cliente, lo que dificulta la preparación del encargo, y también tienen que luchar por ir en parejas en eventos superiores a una hora por el cansancio que supone hacer una interpretación simultánea. Al igual que los intérpretes en lenguas orales, apoyan la interpretación del compañero valiéndose de libretas o chivándoles signos en enumeraciones complicadas, de manera que puedan echar mano de esa información extra si la necesitan. No obstante, tienen que ser discretos, porque así como los intérpretes en lenguas orales están escondidos en cabina y no se nota esa ayuda extra, ellos están visibles todo el rato y el usuario puede entender que están corrigiendo al compañero en vez de apoyándolo.
El mundo de la interpretación en lengua de signos no es homogéneo. Por ejemplo, Marisol (ASZA) explicaba que al final ellos acaban conociendo a los usuarios y que, cuando están preparándose un evento, pueden acudir a compañeros de la asociación para preguntarles dudas sobre terminología. En el caso de Lídia, como autónoma, no suele conocer a los usuarios y no puede preguntar terminología al compañero que está dando clases en el aula de al lado, por el simple hecho de que no cuenta con un aula de al lado.
La terminología es un tema especialmente delicado, puesto que no hay tantos recursos como en los idiomas orales. De hecho, cuando se habla de neologismos, es común que un usuario o conozca la palabra como tal, por ser muy nueva, y que sea el propio intérprete el que tenga que ingeniárselas para conseguir un signo que se entienda. Aún así, esto no quiere decir que no existan recursos fiables, como puede ser el DILSE.
Aunque ambas luchan por conseguir las mejores condiciones posibles, queda aún mucho trabajo por hacer. Muchos usuarios sordos se sienten agradecidos porque tengan acceso a discursos, aunque la interpretación no la esté haciendo un profesional y se esté dejando cosas sin transmitir, y no se quejan a los clientes, lo que fomenta la contratación de no profesionales. Además, muchos organismos les llaman solo por «cubrir el cupo» y no se preocupan por conseguir un servicio que sea de calidad, lo que hace que destinen partidas presupuestarias muy bajas destinadas a profesionales que buscan ganarse la vida exactamente igual que sus compañeros en lenguas orales: trasladando el mensaje de una lengua a otra.
Larga vida a la interpretación: buenas prácticas en el sector
Después de esta charla, Guillermo Pinilla y Helena Sancho moderaron un debate sobre buenas prácticas en la interpretación. De este debate se oyeron diferentes opiniones sobre qué cláusulas incluir en un presupuesto, qué preguntas se formulan a los clientes, qué aportan las asociaciones o qué se echa en falta en las mismas. Gracias a la gran participación de los asistentes, todos pudimos conocer buenas prácticas que podremos adoptar en el futuro.